Cuatro siglos antes de la era cristiana, Aristóteles definió al hombre como un zoonpolitikon, es decir como un animal social. A lo largo de los siglos, la vida humana ha sido un tejido complejísimo de comunicaciones. Eminentes antropólogos atribuyen él mérito de la cultura y la civilización al lenguaje. Este en sus diferentes formas, al permitir una comunicación cada vez mas refinada, ha creado una brecha y un abismo entre el homo sapiens y los simios de los bosques y de los parques zoológicos. Para las relaciones humanas no hay recetas; no hay reglas de matemáticas y de aplicación universal. Tal vez por eso nadie tenga éxito total en sus relaciones. Y quien dijera lo contrario de sí mismo, mentiría o se engañaría. Una ayuda para ubicarnos en este mare mágnum es distinguir las grandes esferas del existir y del actuar: la familia, el trabajo, las actividades sociales; y analizarlas, por separado, en un examen de conciencia. Toda comunicación además de un contenido determinado, incluy...
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